sábado, 24 de octubre de 2009

LA PUERTA DEL BAÑO, UN TEMA DELICADO

En esta ocasión nos vamos a referir específicamente a la puerta, porque hay gente que no tiene claro cuál es el comportamiento adecuado. Empecemos por el final: ¿cómo se debe dejar la puerta cuando uno sale del baño? Abierta. ¿Por qué? En primer lugar, porque así se despejan las dudas acerca de si está ocupado o no, evitando la situación incómoda de tener que golpear o intentar abrir sin etar seguro de lo que uno se va a encontrar adentro. Y en segundo término, aunque no menos importante, porque si te echaste un peo y dejás la puerta cerrada, el próximo que abre será violentamente impactado por esa baranda infernal. En cambio, con la puerta abierta, se va disipando de a poco sin afectar a nadie. Estas dos apreciaciones cobran mayor importancia cuando el baño es utilizado por varias personas, como puede ser el caso de oficinas y lugares de trabajo en general.

Finalmente, digamos claramente qué se debe hacer cuando uno está dentro del habitáculo. Es fundamental cerrar la puerta con la llave o trabita que tienen la mayoría de los baños, y prácticamente todos los que son de uso compartido. Más de una vez escuché a personas decir que no lo hacen porque tienen miedo de quedarse encerrados. En primer lugar, hay que ser muy pendejo para no saber manejar esas rudimentarias trabas. Pero así y todo, este pensamiento refleja una grave alteración de la escala de valores. Porque si en el peor y más improbable de los casos te quedás encerrado, tarde o temprano te van a rescatar. En cambio, si alguien abre la puerta y te encuentra sentado cagando, de eso no se vuelve.

No hay comentarios:

Publicar un comentario